“Perseidas y planetas: la cita estelar de agosto”

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La madrugada del 12 al 13 de agosto trae un doble atractivo para los amantes de la astronomía: el pico de la lluvia de meteoros Perseidas y los vestigios de una reciente alineación planetaria. Aunque las condiciones no serán las ideales para observar desde el hemisferio sur, habrá motivos suficientes para mirar al cielo.
Un fenómeno visible, aunque limitado en el sur
Desde Argentina y gran parte de la región, la constelación de Perseo —punto de origen de las Perseidas— se mantiene baja sobre el horizonte norte, lo que reduce la cantidad de meteoros visibles. Aun así, quienes se alejen de la contaminación lumínica podrán sorprenderse con destellos ocasionales, especialmente los más brillantes.
Las Perseidas, popularmente llamadas “lágrimas de San Lorenzo”, se originan cuando la Tierra atraviesa la nube de partículas que dejó el cometa Swift–Tuttle. Al entrar a gran velocidad en la atmósfera, estos fragmentos se incineran, produciendo espectaculares trazos luminosos.
Una lluvia con larga historia
Según la International Meteor Organization (IMO), este fenómeno se observa mejor en el hemisferio norte durante la segunda semana de agosto, aunque su actividad se extiende desde el 17 de julio hasta el 24 de agosto. Su amplia ventana de visibilidad ha convertido a las Perseidas en una de las lluvias de meteoros más populares del calendario astronómico.
El momento de mayor actividad se espera entre la noche del 12 y la madrugada del 13 de agosto. El pico teórico se producirá a las 04:38 (hora peninsular), aunque algunos cálculos sugieren que las 22:00 del día 12 también podría ser un momento clave.
Lo que se puede esperar este año
En condiciones óptimas, las Perseidas pueden ofrecer hasta 100 meteoros por hora. Sin embargo, la Luna Gibosa Menguante, iluminando un 83 % de su superficie, restará visibilidad a los destellos más débiles. Los protagonistas serán, entonces, los meteoros más brillantes y los impresionantes bólidos.
A pesar de las limitaciones, la cita promete ser una oportunidad para disfrutar del cielo nocturno, ya sea en busca de un destello fugaz o simplemente para conectarse con la inmensidad del universo.