Irán amenaza a Rafael Grossi tras ataques nucleares

Fuente: AP
TEL AVIV – La tensión internacional en torno al programa nuclear iraní alcanzó un nuevo pico luego de que Ali Larijani, influyente asesor del ayatollah Ali Khamenei, amenazara directamente a Rafael Grossi, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). “Una vez que termine la guerra, nos ocuparemos de Grossi”, escribió Larijani en redes sociales, en un mensaje cargado de advertencia.
La amenaza surgió tras la reciente ofensiva de Israel –a la que se sumó Estados Unidos– sobre plantas nucleares en Irán, incluyendo Natanz y Fordo. Horas antes de los ataques, el OIEA había censurado oficialmente a Teherán por no cooperar con las inspecciones y por la presencia de uranio en sitios no declarados.
Grossi, de nacionalidad argentina y titular del OIEA desde 2019, explicó que si bien se detectaron daños en algunas instalaciones como Fordo, aún no se puede determinar el alcance total del impacto. Sobre Natanz, sí confirmó su destrucción. “Nuestra agencia no tiene pruebas de que Irán esté fabricando un arma nuclear, pero sí está enriqueciendo uranio al 60%, muy cerca del nivel armamentístico”, advirtió.
En paralelo, Irán elevó una queja formal ante el Consejo de Seguridad de la ONU, acusando a Grossi de “falta de imparcialidad” y de actuar como “socio” en una supuesta ofensiva coordinada contra el país. “Traicionaron el régimen de no proliferación”, señaló el vocero de la cancillería iraní.
Este viernes, en una reunión extraordinaria de Naciones Unidas, Grossi insistió en los riesgos de atacar reactores nucleares en funcionamiento, como el de Bushehr, debido a las consecuencias regionales que podría acarrear un incidente de esa magnitud.
Mientras tanto, representantes del Consejo de Cooperación del Golfo –que incluye a países como Qatar, Arabia Saudita y Emiratos Árabes– se reunieron con Grossi para expresar su preocupación ante la posibilidad de fugas o catástrofes nucleares cerca de sus fronteras.
El futuro del acuerdo nuclear de 2015, del cual EE.UU. se retiró durante la presidencia de Donald Trump, permanece incierto. Mientras Irán defiende su derecho a enriquecer uranio con fines pacíficos, las potencias occidentales exigen garantías más estrictas ante el temor de un giro militar en su programa atómico.